
Ahora bien, no es suficiente con que todos podamos
formarnos e informarnos de igual modo. Es necesario dar una vuelta más y pasar
de meros usuarios de Internet a pensar en la tecnología.
La alfabetización digital debe ser integral, no se
soluciona con más ordenadores sino formando ciudadanos con pensamiento crítico
capaces de debatir modos y fines de uso de las nuevas tecnologías, capaces y
motivados para crear sus propios contenidos y de mejorar y colaborar con los ya
existentes. El objetivo último debe ser transformar al usuario de simple
receptor pasivo a un rol activo de cómo, por qué, cuándo y cómo se usa la
tecnología. Continuando con la hipótesis que una persona de un país subdesarrollado
puede acceder a la misma formación que otra que viva en el “primer mundo”, resulta
imperioso que tenga acceso a las TIC -Tecnología de la Información y el
Conocimiento – de forma juiciosa para así poder valorar los contenidos a los
que accede. Para ello, es fundamental el rol de padres y docentes en ayudar en la articulación del
conocimiento, ayudar a entender y a pensar la tecnología, a verla como un
objetivo en sí misma y no, simplemente, como un medio o herramienta.
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